El cocinero de cuatro presidentes franceses -hijo de un emigrante andaluz- llegaba a Gastronomika como embajador de la cocina gala para tender puentes pero sin develar secretos de alcoba. El presentador lo ha intentaba. “Es la diplomacia culinaria”, se defendía el chef.

El embajador de la cocina francesa Guillaume Gomez ha desarrollado su función esta mañana en San Sebastian Gastronomika. Hijo de un emigrante andaluz, sin hablar español (“No lo aprendí de pequeño. Juro que el año que viene lo hablaré mejor”, reconocía) y vestido con americana, Gomez ejercía la función que le encargó el presidente Macron tras 25 años de cocinero en el Eliseo. “Lo que hice cuando fui cocinero del Eliseo (fue el cocinero personal de cuatro presidentes: Jacques Chirac, François Hollande, Nicolas Sarkozy y Emmanuel Macron) y lo que ahora hago como embajador de la cocina francesa se llama diplomacia culinaria”, explicaba.

“Porque la cocina es muy importante en Francia, y yo solo quiero mostrar mi país desde esa vertiente, y tender puentes con todo el mundo a partir de la mesa”. Porque aseguraba: “Si la política divide a los hombres, la buena mesa los reúne.

Respecto a la relación gastronómica franco-española, del que él mismo es buen ejemplo, Gomez declaraba “que es muy fuerte. Muchos chefs de uno y otro país se forman en el otro, porque en el fondo compartimos valores como la defensa y la expresión del territorio”.

El presentador, Mitxel Ezquiaga, le apretaba para que desvelara secretos culinarios de su paso por las cocinas del Eliseo. “No diré qué gustos tienen los presientes. Sí puedo explicar qué hacía yo para elaborar el menú en el caso de visita de jefes de Estado. El menú siempre mostraba lo qué es Francia –“La cocina del Eliseo es la vitrina del territorio francés’, incidía-, pero intentaba adaptarlo al invitado hablando antes con mi homólogo y conociendo gustos. En función de ello, presentaba una propuesta de minuta al presidente”. Y la validaba, o no.