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El Matrix de Cabaña Buenavista

 

Pablo González Conejero detalla los postres del nuevo menú de Cabaña Buenavista** (El Palmar, Murcia), basados en películas a las que el comensal llegará tomando una u otra pastilla. “El público pide experiencia cuando va a un gastronómico”, razona.

“No se suele hablar en esos congresos de estas experiencias, las que completan a los platos en un restaurante. Y de eso vengo a hablar, porque entendemos que el cliente busca algo más que comer cuando va a un gastronómico, aunque ésta claro que el plato es fundamental, eso lo quiero dejar claro”. Así empezaba Pablo González Conejero su ponencia en San Sebastian Gastronomika, quizá la más peculiar de la edición. “Lo sé. Será una ponencia rara”.

Iba por delante. Situado el personal, el chef del único dos estrellas Michelin de la Región de Murcia empezaba con una petición: “Tenéis que imaginaros que habéis venido a Cabaña Buenavista, que habéis pasado por las diferentes estancias y que estáis acabando el menú en el comedor. Junto a la tabla de quesos, aparece un camarero, te deja un pastillero en la mesa y te invita que lo acompañes. Le sigues y entras en una sala donde escuchas lo siguiente”.

Tenía al público captivado, hubiera ido éste o no al restaurante de El Palmar murciano. Bajaban las luces y se escuchaba un audio que, resumidamente, decía lo siguiente: “Tienes que elegir entre las pastillas que tienes delante. Cada una te llevará por un camino diferente y yo te enseñaré hasta donde llega la madriguera de conejos”. Empezaba el Matrix de Cabaña Buenavista.

“Hemos recreado Matrix, la escena en la que Neo tiene que elegir su futuro. Vida normal o Matrix. Con ese hilo conductor nosotros ofrecemos cuatro pastillas. Hasta aquí todos han comido prácticamente lo mismo. Ahora cada uno elegirá su camino”. Conejero entiende un restaurante como una experiencia y ésta es su nueva apuesta: divertir al comensal y hacerle partícipe, para seguir con su línea de construir postres a partir de ideas, en este caso de películas.

Porque dependiendo de la pastilla que tome cada comensal se le abre un abanico de postres basados en películas. El primero: El silencio de los corderos. Aquí, Conejero y su equipo han recreado, por un lado, la escena donde Hannibel Lecter abre un cerebro, dejando al comensal que construya el suyo propio y lo manipule con pinzas quirúrgicas. En el postre, ha adelantado, hay algodón de azúcar “aunque no voy a decir más”. Se trata de una sorpresa, “y de una ponencia para hablar de la experiencia, no de los ingredientes”. El segundo postre de esta película recrea la mariposa que aparece en la boca de todos los asesinados.

La segunda es La naranja mecánica, “una película donde todo es violencia y donde los protagonistas se pasan todo el metraje bebiendo leche”. Por ello, el primer postre se construye solo a base de elementos lácteos, con una membrana que se puede romper, por la violencia. El segundo recrea la imagen del póster la película: la cara con el bombín y el ojo, que en este caso, sí ha adelantado, es un mochi.

Siguiente película: El cartero siempre llama dos veces, “donde recreamos la mítica escena de sexo sobre una mesa de cocina pero a nuestra manera”. Con dos rombos –“los que salían antes en la televisión para indicar que el contenido era inapropiado para menores”- y con el color verde, “pues verdes eran ese tipo de películas”. Por ello, Cabaña presenta sendos platos con elementos verdes y comestibles en forma de rombo, uno encima de una mini mesa de cocina. La última película es Charlie y la fábrica de chocolate, “la más fácil de interpretar”. En la película tienen que ir acumulando cheques para conseguir el premio, por lo que el postre son chocolates en forma de cheque dentro de una tableta que el comensal abre. El postre aparece bajo un sombrero de copa, el que Charlie llevaba.

En la nueva apuesta del biestrellado murciano, un cocinero que entiende la palabra experiencia como “fundamental”. “En este país –acababa- se come de manera maravillosa, pero la gente pide algo más”. “Y esta es nuestra apuesta”. Para validarla, El Palmar, a las afuera de Murcia ciudad.

 

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